El 17% de los piercings genera infecciones por falta de higiene

LAVAR LA ZONA CON JABÓN NEUTRO Y MOVER EL PENDIENTE A MENUDO SON ALGUNAS DE LAS RECOMENDACIONES PARA EVITAR PROBLEMAS GRAVES. SÓLO LOS AGUJEROS EN LAS OREJAS PUEDEN REALIZARSE EN LA FARMACIA

Hoy en día la moda entre los jóvenes, y no tan jovenes, puntualiza, Hanneme, es el «body art» o arte corporal. Una tendencia que engloba tanto al piercing o perforación (en casi cualquier parte imaginable del cuerpo), como el tatuaje y las escarificaciones (provocar heridas en el cuerpo para que la cicatriz adorne de cierta manera). Nos vamos a referir al piercing por ser el único procedimiento de estos tres que se realiza en una oficina de farmacia, salvo que exista dentro de la misma un gabinete estético en el cual también se podrían realizar tatuajes.

La localización más de moda, sobre todo en el sexo femenino, es el piercing en el ombligo, y le siguen cejas, areolas, lengua, labios y genitales. Estos últimos se asocian con el aumento de la excitación sexual. Como curiosidad, cabe destacar que en Asia se han llegado a realizar nódulos artificiales de pene, canicas del miembro colocando perlas o cuentas de collar de plástico debajo de la piel del genital para aumentar la estimulación sexual.

COMPLICACIONES

Entre los principales problemas que pueden acarrear los piercings, destaca la posible infección, habitual en el 17 por ciento de los casos. Esto se debe a las no adecuadas medidas higiénicas seguidas por el portador del aro, junto con las diferentes localizaciones de los pendientes que en muchos casos se colocan en lugares del cuerpo poco irrigados por la sangre, como el cartílago de la oreja o el ombligo, con lo cual la respuesta del sistema inmune es pobre y la llegada de defensas vía sanguínea es escasa. En aquellos casos en los que se produce una infección se recomienda retirar el adorno, lavar la zona a diario con jabones adecuados, antisépticos y la aplicación de pomadas antibióticas. Sin embargo, entre las consecuencias de mayor gravedad para el individuo destaca el «shock» tóxico, consecuencia de una alergia al material empleado. No hay que olvidar el factor añadido que se presenta cuando el pendiente se coloca en la lengua o labios, unas zonas muy vascularizadas y que pueden producir importantes hemorragias. Tampoco hay que dejar de lado el grave riesgo que se tiene durante estas prácticas en las que la sangre está de por medio. Y es que si no se extreman las precauciones de higiene, el número de posibilidades de contraer enfermedades como la hepatitis B y el VIH se multiplican. Por lo que respecta a esta práctica en la oficina de farmacia, ésta se realiza mediante una pistola en la que se coloca el percutor o aro. En el otro extremo de la pistola, el cierre del pendiente y, por último, en el centro se ubica el lóbulo de la oreja o el cartílago. Éstos son los únicos sitios que se suelen perforar en la farmacia, ya que, como se hacen con pistola, es imposible realizarlos en otro sitio amen del peligro y las consecuencias de perforar en otras zonas del cuerpo. El proceso se lleva a cabo con pendientes de oro de ley que se desprecintan en el mismo momento de la realización del agujero. Es muy importante que sean de un material de este tipo para evitar las incómodas alergias que pueden producir consecuencias graves, como comentamos anteriormente, nos comentan desde la Clínica de medicina estética en Granada Cocoon.

CONSEJOS

La principal recomendación que se suele hacer una vez se ha colocado el pendiente tiene que ver con la higiene diaria. Hay que lavar la zona con jabón neutro y girarlo a menudo para evitar que se forme una costra y provoque dolor. Además, no debe retirarse hasta que hayan transcurrido al menos tres semanas desde su colocación, para poder cambiarlo por otro. En cuanto a la demanda, un amplio porcentaje de las peticiones corresponde a padres con niñas recién nacidas o con pocos meses de vida. A continuación, son los jovenes de entre 18 y 30 años los que más lo solicitan. En la inmensa mayoría de las farmacias no se perfora a los menores de edad que no vayan acompañados de sus padres o tutores.