¿Qué es la mesoterapia facial?

El tratamiento de mesoterapia consiste en la infiltración intradérmica de sustancias como ácido hialurónico y aminoácidos esenciales. La mesoterapia abre una alternativa más de tratamiento para disminuir la flacidez, estimular la actividad de los fibroblastos y con esto, mejorar la regeneración y la hidratación cutánea.

Está indicado para aportar volumen a los tejidos y restaurar el contorno facial.

El ácido hialurónico es un componente que nuestro organismo produce de forma natural y que está presente en todos los tejidos vivos. Se encuentra entre las moléculas de colágeno y elastina de la piel, tendones y músculos.

Colágeno, elastina y ácido hialurónico, forman la matriz extracelular y son los componentes que confieren al tejido la viscosidad, hidratación, lubricación y propiedades estructurales de la piel y transporte de sustancias. Además tiene una función de protección ante infecciones.

El envejecimiento y factores extrínsecos como la radiación, radicales libres o ciertos hábitos pueden reducir la concentración de ácido hialurónico en la piel, por tanto afectar a la estructura y el perfil de la misma.

Este tratamiento de mesoterapia facial está dirigido a mejorar la flacidez de cara, cuello, escote y/o manos, y aportar una hidratación extra a la piel. El número de sesiones depende del grado de envejecimiento cutáneo, aunque lo habitual es realizar entre 3-5 sesiones.

Las sesiones se pautarán cada 15 días las tres primeras, y las siguientes cada 3-4 semanas, aunque puede variarse este criterio en función de la valoración del médico y de la realización de tratamientos coadyuvantes o simultáneos.

Lo novedoso es que al utilizar ácido hialurónico de densidad elevada (el que se utiliza comunmente para los rellenos) el número de sesiones necesarias se reduce a dos, ya que la capacidad de hidratación de la piel y de producir un efecto tensor en la piel aumenta enormemente. El tratamiento puede repetirse cada 6-8 meses.

La duración del efecto depende de los hábitos del paciente, sobre todo en el consumo de tabaco y alcohol, que favorecerán una mayor pérdida de producto en menos tiempo.