Sin duda, el derecho a la huelga es algo que hay que respetar. Se trata de un derecho constitucional. Ese sí que es un derecho fundamental y no el de la propiedad intelectual como quieren hacernos ver desde el Gobierno (son derechos fundamentales los que aparecen en la Sección I, del Capítulo II, dentro del Título I de la Constitución). El artículo 28.2 dice que “se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses”. Perfecto.
Pero no nos olvidemos que se trata de un derecho. En ningún momento se dice que sea una obligación. Por encima de ese derecho a la huelga debe estar el derecho al trabajo (que aparece en el artículo 35 de la Constitución). Es decir, si una persona decide trabajar y no secundar una huelga, está en su derecho. Esa persona debe ser respetada. Y si alguien no lo hace, si por medio de coacciones o agresiones no se permite que trabaje el que quiere hacerlo, ese acto debe ser castigado.
Pero es que tembién se encuentran en juego los derechos de la Comunidad a disfrutar de algunos servicios aun cuando estos se encuentren en huelga. Se trata de los servicios mínimos a los que, no lo olvidemos, también se alude en el artículo 28.2 de la Constitución (“La Ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad”).
Por eso, ante hechos como los ocurridos en la anterior huelga general cuando no permitieron que saliera ni un sólo tren del Metro de Madrid, incumpliendo los servicios mínimos y obligando, por medio de piquetes, a deponer el intento de ir a trabajar por parte de algunos trabajadores, habrá que actuar con ejemplaridad. Para que no vuelva a pasar nada igual.
Muchas veces me pregunto que adjetivos utilizarían los sindicatos si aparecieran grupos de personas organizadas en sus sedes, y prohibieran a los piquetes salir a realizar su labor, usando coacciones y amenazas. Probablemente el adjetivo más suave sería fascistas.
Mucha gente que desea trabajar ese día, bien porque se niegan a seguir una pancarta portada por ciertas personas que se preocupan de los derechos de los demás ahora que les cierran el grifo (es mi caso), bien porque están de acuerdo con las medidas de ajuste llevadas a cabo por el actual gobierno (Aunque parezca increíble, las hay) , o bien simplemente porque no quieren perder un día de sueldo. Y toda esa gente tiene derecho a que se respete su decisión exactamente en los mismos términos que se respeta la decisión del trabajador que va a la huelga.
Ni los ciudadanos que quieren usar los servicios mínimos ni los trabajadores que quieren trabajar tienen que ser pisoteados. Respetemos los derechos de todo el mundo (huelguistas, trabajadores y ciudadanos) y castiguemos a los que no lo hacen.