Empezando a conocer la sexualidad

Es normal que los bebés y niños muy pequeños tengan curiosidad. Esto es natural e inherente al ser humano, y es un valor que nunca debe dejar de alimentarse, ni en la niñez, ni en la adolescencia ni en la adultez, y la importancia de que se potencie e incentive al bebé a ser curioso será una pieza clave para su desarrollo cognitivo posterior.

Hay un aspecto puntual de la curiosidad de los bebés que puede resultar un tanto complejo, y es el de la curiosidad respecto a su sexualidad. La sexualidad es un tema delicadísimo, y un buen manejo de este tópico durante los primeros años del bebé por parte de los padres será la clave para que su hijo no experimente problemas sexuales a posteriori.

Los bebés comienzan a tocarse sus genitales y a tener curiosidad por su cuerpo a partir de los dos años, y hasta los cinco años de edad se exploran sea en público o en privado. El tacto es su herramienta básica para conocerse y sentirse a sí mismos, y tocarse los genitales es una manera de recibir placer y conocerse a la vez.

Es posible que los bebés se toquen en público sin tener ningún tipo de vergüenza o pudor, pues todavía no han comprendido la noción de intimidad y de los espacios compartidos. Es por esto que no hay que retarlos si se tocan (sea en público o en privado), pues lo que les está ocurriendo es que comienzan a conocerse.
Si bien entre los dos y cuatro años aún no tienen definida la noción de diferenciación sexual, los bebés van perfeccionando su lenguaje, lo cual les permite comenzar a pensar en base a ese lenguaje, y así entender las diferencias. El proceso de reconocimiento por el cual pasan los bebés no debe ser reprimido ni cuestionado, sino que todo lo contrario.

Lo que debe hacerse es, entre los tres y cinco años, ir enseñándoles la noción de intimidad, y explicarles que si desean explorarse no es necesario que lo hagan en público, sino que pueden hacerlo en el baño, donde nadie los moleste.

Acompañar al bebé en este proceso es fundamental, y uno como padre no debe sentir ni vergüenza ni rechazo ante este tipo de manifestaciones del bebé, pues hay que tener en cuenta que estar a su lado y compartir su desarrollo es lo que será la clave del posterior relacionamiento mutuo entre padre-hijo y a su vez lo que le dará las bases al bebé para estar seguro consigo mismo.