El agua es el elemento más necesario e indispensable en la vida de todo ser vivo. Una persona puede pasar semanas sin comer, pero no sin beber agua, y cuando la fisioterapia y el agua se unen, tenemos lo que se denomina fisioterapia acuática.
La fisioterapia acuática es uno de los ámbitos de la fisioterapia que cuenta cada vez con mayor integración y expansión gracias a los numerosos beneficios que presenta en personas que sufren diversas lesiones, bien sean reumatológicas, traumatológicas o neurológicas, entre otras.
Podemos decir que la fisioterapia acuática se diferencia de la fisioterapia común en que la primera permite al paciente una mayor libertad de movimientos, ya que en el agua, al no existir gravedad, se reduce el peso del cuerpo, lo que facilita su movilidad. De este modo, las personas que realizan ejercicios de fisioterapia acuática experimentan un dolor menos intenso al mover las articulaciones.
Asimismo, la fisioterapia acuática facilita la regulación del tono muscular, una integración mejor del esquema corporal y una mejora de la propiocepción. Además, determinados movimientos y ejercicios sólo pueden ser realizados bajo el agua al tener un bajo impacto que, de otro modo, serían inviables de realizar.
La fisioterapia acuática tiene otro punto positivo frente a la convencional: el indudable carácter lúdico de meterse en el agua. Estar en una piscina presenta motivaciones y un sabor estimulante para los pacientes. De esta forma, las personas que la practican sienten un estado de bienestar que ayuda a conseguir mejores, más rápidos y satisfactorios resultados.
De todos modos, tanto la acuática como la convencional no son dos tipos de fisioterapia excluyentes, sino que ambos se complementan y ayudan para lograr una correcta mejora de los pacientes.