El síndrome del intestino irritable (SII), a veces denominado colopatía funcional, es un trastorno crónico del aparato digestivo, que no es grave, pero que altera la vida cotidiana de la persona.
Este síndrome se manifiesta por dolores abdominales y una alteración del tránsito intestinal, dando lugar a diarrea o estreñimiento. El síndrome del intestino irritable afecta a cerca del 5% de la población, lo que hace que sea una patología relativamente frecuente y un motivo común de consulta con el gastroenterólogo (1/3 de las consultas).
Definición del síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable es una enfermedad crónica compleja relacionada con la disfunción digestiva. Es una enfermedad funcional, porque se trata de un trastorno de la motilidad del intestino. No se trata de una anomalía orgánica, como un problema de las vellosidades intestinales en la enfermedad celíaca, por ejemplo. En el caso del síndrome del intestino irritable, la velocidad del tránsito intestinal se ve modificada, ya sea ralentizada (estreñimiento) o acelerada (diarrea): y se producen dolores y distensión abdominal.
Estos síntomas no son graves, pero en la medida en que se producen de forma crónica, pueden afectar seriamente a la calidad de vida de los pacientes, especialmente de las mujeres. Esta afección afecta a tres mujeres por cada hombre en Europa y Norteamérica, y se observa principalmente en el grupo de edad de 30 a 40 años.
Síntomas del síndrome del intestino irritable
Los principales síntomas del síndrome del intestino irritable son:
- Dolor abdominal que puede ser de moderado a muy intenso: calambres, espasmos intestinales, torsión, ardor. Estos dolores se producen después de las comidas, pero también a menudo al despertar, y duran desde unas horas hasta unos días. En general, no se producen por la noche. Pueden producirse en todo el abdomen: en las zonas sacroilíacas, pélvicas, periumbilicales, etc. En la mayoría de los casos, el dolor se alivia con la evacuación de heces o gases.
- Hinchazón abdominal: hinchazón (o distensión) abdominal particularmente marcada después de las comidas, acompañada de una sensación de pesadez, de agobio y de gorgoteo.
- Trastornos del tránsito intestinal: debido a los trastornos motores intestinales, se produce tanto un cambio en el tránsito intestinal (estreñimiento o diarrea, o incluso una alternancia de ambos), como una hipersensibilidad intestinal: la persona siente un dolor exacerbado cuando hay heces o gases en los intestinos.
- Los síntomas extradigestivos: astenia funcional, sofocos, cefaleas, trastornos del sueño pueden completar el cuadro.
Causas del síndrome del intestino irritable
Aunque se han identificado varios factores que parecen estar implicados en la aparición del síndrome del intestino irritable, las causas de esta afección siguen siendo complejas a día de hoy. Sin embargo, lo cierto es que durante mucho tiempo se habló de una causa puramente psicosomática, mientras que existe una combinación de factores fisiológicos y psicológicos:
Factores fisiológicos: observamos en los pacientes que padecen SII una hipersensibilidad intestinal, es decir, una percepción exacerbada del dolor. Ante una cantidad normal de heces o gases, el paciente experimenta molestias o incluso dolor intestinal. Además, estos pacientes presentan trastornos motores intestinales: contracciones intestinales ralentizadas o aceleradas, que en el primer caso provocarán estreñimiento, y en el segundo, diarrea. En muchos pacientes, los síntomas aparecen tras un episodio digestivo infeccioso, como una gastroenteritis. Además, la ingesta de comidas demasiado ricas en grasas, verduras generadoras de gases, demasiado copiosas o ingeridas con demasiada rapidez puede agravar los síntomas observados. Por último, el factor hormonal parece estar implicado en el SII: durante la menstruación, las mujeres son más propensas a experimentar estos síntomas.
Factores psicológicos: las personas deprimidas, ansiosas, muy estresadas o que experimentan conflictos emocionales son más propensas a padecer esta enfermedad.
Una vía seria para explicar las causas del síndrome del intestino irritable es el estudio de las proteasas. Las proteasas son enzimas que descomponen (digieren) las proteínas. En el caso de las personas que padecen el síndrome del intestino irritable, los investigadores han observado que algunas de estas proteasas trabajan de forma anormal. La consecuencia es una mayor permeabilidad de la pared intestinal y el desencadenamiento de reacciones inflamatorias. Otra posibilidad mencionada por el Inserm es la de un desequilibrio en la flora intestinal.
Síndrome del intestino irritable: ¿cuándo consultar?
El síndrome del intestino irritable no es una enfermedad grave y no afecta al riesgo de desarrollar una enfermedad inflamatoria crónica o un cáncer de colon. Por lo tanto, no es una emergencia médica en sí misma. Sin embargo, en vista de la importante alteración que puede tener en la calidad de vida de los pacientes, y de los dolores abdominales a veces violentos que puede provocar, es preferible consultar al médico cuando los síntomas duran más de tres meses. De lo contrario, el síndrome del intestino irritable seguirá manifestándose, con períodos de crisis que seguirán a los de calma.
Por otro lado, y especialmente en personas mayores de 45 años y en aquellas con cáncer colorrectal en su familia, es urgente consultar al médico si otros síntomas se unen a los conocidos en el SII, como:
- la presencia de sangre en las heces: observación de flujos de sangre roja o heces negras debido a la sangre coagulada
- pérdida de peso sin dieta asociada
- fiebre
- síntomas nocturnos
- síntomas tras un viaje al extranjero
Investigaciones y diagnóstico del síndrome del intestino irritable
Para diagnosticar el síndrome del intestino irritable, el médico no tiene ningún examen en particular. Por lo tanto, procederá por eliminación, no realizando un análisis que demuestre la existencia de este síndrome, sino descartando otras patologías que puedan causar estos mismos síntomas. Por lo tanto, se basará, en función de los síntomas y de su intensidad, en:
- Un examen clínico: el médico tratará de averiguar si los signos del SII, agrupados bajo el nombre de «criterios de Roma», están presentes. Estos criterios son: disfunción digestiva al menos tres días al mes durante más de tres meses; durante los ataques, la observación de dos de estos tres elementos, a saber, una reducción del dolor durante la defecación, una variación en la frecuencia de las deposiciones y en la consistencia de éstas.
- Análisis de sangre para detectar anemia, inflamación y enfermedad celíaca.
- Un cultivo de heces (análisis de heces) en caso de diarrea crónica.
- Una ecografía abdominal para descartar un trastorno orgánico o recto-cólico.
- Colonoscopia si hay antecedentes de cáncer colorrectal en la familia, si el paciente tiene más de 45 años y si se ha observado sangre en las heces.
Tratamientos para el síndrome del intestino irritable
Los tratamientos para el síndrome del intestino irritable se centrarán en aliviar los síntomas y espaciar los ataques, ya sea a través de la medicación o el ajuste de la dieta:
Medicamentos: son antiespasmódicos, para calmar el dolor, la hinchazón y los cólicos intestinales. Se pueden añadir laxantes si la persona sufre de estreñimiento. En cambio, en caso de diarrea, se prescriben temporalmente los ralentizadores del tránsito intestinal. Por último, en caso de hinchazón dolorosa, se utiliza carbón vegetal para absorber los gases.
Higiene alimentaria: ciertos alimentos acentúan los síntomas del SII. Cada persona debe observar qué alimentos tolera mejor o peor y adaptar su dieta en consecuencia. Por ejemplo, una persona que sufre de hinchazón y flatulencia debe reducir su consumo de alimentos que producen gases (coles, cebollas, judías blancas o rojas, lentejas, flageolets, bebidas carbonatadas, cafeína, alcohol, etc.), así como de edulcorantes. En caso de estreñimiento, se debe aumentar gradualmente la ingesta de fibra (frutas y verduras, cereales integrales, etc.). Por último, es aconsejable evitar las comidas demasiado ricas en grasas.
Cómo prevenir el síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable provoca ataques. Para espaciar estos ataques y reducir su intensidad, si realmente no se pueden prevenir, hay que aplicar sencillas medidas higiénicas y dietéticas:
- Aprender a gestionar el estrés: la meditación, el yoga y la relajación pueden ayudar a la persona a liberar la tensión.
- Adoptar una dieta saludable: no se trata sólo de una cuestión de dieta, sino de cómo comer. Las comidas deben hacerse a horas regulares, sin prisas, en un ambiente tranquilo, masticando bien los alimentos, y no deben ser demasiado copiosas. Además de las tres comidas, es necesario estar bien hidratado: el consumo total debe ser de 1,5 litros de agua al día.
- Practicar una actividad deportiva regular: se recomienda practicar una media de 30 minutos de deporte al día, 5 días a la semana. El deporte no sólo es bueno para prevenir las enfermedades cardiovasculares y mantener un peso equilibrado, sino que también estimula el intestino perezoso y, por tanto, facilita el tránsito.
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